martes, 26 de octubre de 2010

NUESTRAS VIDAS


Muchos pedazos dejamos por la vida,
por los caminos que previamente nos marcaron,
tanto trozo perdido a la orilla de nuestras sendas…
éramos jóvenes que el viento aupaba hasta el infinito
sin ataduras…
y ahora con la plata en nuestras sienes y un otoño bien entrando.

Juventud triste la nuestra… sin lágrimas ni aplausos;
sin manos en el camino que nos dijeran adiós…

Otros nos marcaron nuestros lugares de trabajo;
sobre asépticas mesas frías, hicieron cálculos…
tú a Turquia, tu equipo a Somalia, el tuyo a…
pusieron datos objetivos, tales como el “Servicio”
que rasgaba la memoria de los nuestros,
o bien la seguridad de nuestra España del alma…
o bien la tristeza curvada de nuestra espalda.

Pusieron número a nuestros días, número a nuestras lunas…

Y nadie vino a desatar las botas de nuestros pies cansados.

Nadie miro por los rincones de nuestra alma.

Nadie perdón pidió por nuestro largo camino,
ni por nuestros compañeros que no volvieron,
o por las heridas en nuestros pechos,
pechos ahora abiertos por el paso de los años.

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